Los políticos de todo el mundo parecen tener una obsesión compartida últimamente: las fábricas. Ya sea por subsidios, exenciones fiscales o impulsos nacionalistas en la fabricación, la fábrica se ha convertido en la gallina de los huevos de oro que todos persiguen.
Pero aquí está la verdad incómoda: toda esta fijación con las fábricas? Está arraigada en mitos desactualizados. La idea de que volver a la producción física automáticamente equivale a prosperidad, seguridad laboral o independencia económica se está desconectando cada vez más de la realidad.
Peor aún, esta obsesión podría salir mal de manera espectacular. Al invertir recursos en revivir modelos industriales del siglo pasado, los gobiernos corren el riesgo de perderse en los verdaderos impulsores de la creación de riqueza moderna: infraestructura tecnológica, ecosistemas digitales y redes de innovación descentralizadas.
¿La ironía? Mientras los políticos luchan por las acerías y las líneas de ensamblaje, el valor real se está construyendo en código, protocolos y redes sin fronteras. Quizá sea momento de replantearse qué significa realmente "infraestructura" en 2025.
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GasFeeWhisperer
· hace18h
La narrativa de la fábrica está desfasada.
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DecentralizeMe
· hace18h
La digitalización es más importante que el hardware
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NFTRegretDiary
· hace18h
Los soñadores de fábricas definitivamente verán sus sueños destrozados.
Los políticos de todo el mundo parecen tener una obsesión compartida últimamente: las fábricas. Ya sea por subsidios, exenciones fiscales o impulsos nacionalistas en la fabricación, la fábrica se ha convertido en la gallina de los huevos de oro que todos persiguen.
Pero aquí está la verdad incómoda: toda esta fijación con las fábricas? Está arraigada en mitos desactualizados. La idea de que volver a la producción física automáticamente equivale a prosperidad, seguridad laboral o independencia económica se está desconectando cada vez más de la realidad.
Peor aún, esta obsesión podría salir mal de manera espectacular. Al invertir recursos en revivir modelos industriales del siglo pasado, los gobiernos corren el riesgo de perderse en los verdaderos impulsores de la creación de riqueza moderna: infraestructura tecnológica, ecosistemas digitales y redes de innovación descentralizadas.
¿La ironía? Mientras los políticos luchan por las acerías y las líneas de ensamblaje, el valor real se está construyendo en código, protocolos y redes sin fronteras. Quizá sea momento de replantearse qué significa realmente "infraestructura" en 2025.