El pensamiento de que muchos altcoins no sirven para nada, ni en términos de precio ni tecnológicamente, se ha vuelto tan común en los últimos tiempos que casi se ha convertido en una opinión compartida en el mercado. La razón de esto no es una explosión de ira por parte de las personas, sino que, al observar la estructura del ecosistema, realmente hay serios problemas técnicos y estructurales que alimentan esta percepción. Hoy en día, la gran mayoría de los altcoins se posicionan como productos digitales que solo aparecen en gráficos, pero que no tienen función en la vida real.
Al profundizar en el problema, lo primero que encuentras es la falta de usuarios reales. Muchos proyectos tienen números de billetera inflados por bots, las cifras de TVL están sostenidas por liquidez artificial y las estadísticas de uso de aplicaciones están completamente respaldadas por tráfico falso. Aunque en papel parecen ser grandes y ambiciosos proyectos, no hay un cliente real al que estas tecnologías lleguen. Por muy buena que sea la tecnología, si nadie la utiliza, naturalmente se genera la percepción de que "no sirve".
La verdadera gran ruptura es la desconexión entre el token y la tecnología. Un proyecto en cripto puede construir un gran producto, resolver un problema importante, e incluso ser revolucionario en términos técnicos. Sin embargo, el token no tiene ningún papel en el aspecto económico de esta tecnología. La mayoría de las plataformas de tokens no reciben una parte de los ingresos, no otorgan derechos de gestión, y no se valoran con el crecimiento del producto. Casi todos los mecanismos que podrían elevar el precio del token se eliminan intencionadamente del sistema para evitar riesgos legales. La tecnología avanza, pero el token permanece estancado. Esta situación es la mayor decepción que experimenta un inversor de altcoin.
Cuando se añade el vertedero de tendencias que ocurre en cada ciclo de toros, la situación se oscurece aún más. En un ciclo, la fiebre de ICO, en otro la locura de NFT y DeFi, y hoy, cientos de proyectos copiados escondidos detrás de etiquetas como AI, L2, RWA. La mayoría de estos proyectos, que intentan captar tendencias y retirar dinero rápidamente, son eliminados del mercado antes de poder lanzar su producto. Así, al final del ciclo, la percepción de altcoin se convierte en un "cementerio de proyectos basura".
Además de todo esto, se suma la presión regulatoria. Establecer un vínculo económico entre el token y el producto puede dar lugar a problemas de "valores mobiliarios" en muchos países, por lo que los proyectos se ven obligados a dejar el token especialmente ineficaz. Por eso la tokenomics es tan débil. No hay participación en los ingresos, no hay un mecanismo que genere demanda, incluso si la aplicación crece, el token no se beneficia de ello. Debido a las regulaciones, el proyecto avanza, pero el token no puede; hay una distorsión seria en la naturaleza del ecosistema.
A pesar de esta tabla, no faltan categorías que realmente están produciendo algo en el lado de la infraestructura. Los trabajos desarrollados en áreas como soluciones de escalamiento, infraestructuras de comunicación entre cadenas, sistemas de almacenamiento de datos, tecnologías centradas en la privacidad y modelos de computación distribuida pueden tener un valor importante a largo plazo. Sin embargo, el simple hecho de que se estén produciendo estas tecnologías no significa que los precios de los tokens reflejen esa misma realidad. Hoy en día, todavía no es posible decir que una buena tecnología signifique un buen token en el mundo cripto.
La frase popular "Las altcoins no sirven para nada" no es en realidad incorrecta, pero la razón no es la debilidad de la tecnología como muchos piensan. El problema radica en cómo se tokeniza la tecnología. Si muchas altcoins parecen no servir hoy en día, no es porque los productos sean malos; es porque la conexión entre el producto y el token está completamente rota. El verdadero problema del ecosistema no es tecnológico, sino relacionado con la arquitectura económica y legal. Mientras esto no se solucione, la mayoría de las altcoins volverán a experimentar el mismo destino en el próximo ciclo.
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El pensamiento de que muchos altcoins no sirven para nada, ni en términos de precio ni tecnológicamente, se ha vuelto tan común en los últimos tiempos que casi se ha convertido en una opinión compartida en el mercado. La razón de esto no es una explosión de ira por parte de las personas, sino que, al observar la estructura del ecosistema, realmente hay serios problemas técnicos y estructurales que alimentan esta percepción. Hoy en día, la gran mayoría de los altcoins se posicionan como productos digitales que solo aparecen en gráficos, pero que no tienen función en la vida real.
Al profundizar en el problema, lo primero que encuentras es la falta de usuarios reales. Muchos proyectos tienen números de billetera inflados por bots, las cifras de TVL están sostenidas por liquidez artificial y las estadísticas de uso de aplicaciones están completamente respaldadas por tráfico falso. Aunque en papel parecen ser grandes y ambiciosos proyectos, no hay un cliente real al que estas tecnologías lleguen. Por muy buena que sea la tecnología, si nadie la utiliza, naturalmente se genera la percepción de que "no sirve".
La verdadera gran ruptura es la desconexión entre el token y la tecnología. Un proyecto en cripto puede construir un gran producto, resolver un problema importante, e incluso ser revolucionario en términos técnicos. Sin embargo, el token no tiene ningún papel en el aspecto económico de esta tecnología. La mayoría de las plataformas de tokens no reciben una parte de los ingresos, no otorgan derechos de gestión, y no se valoran con el crecimiento del producto. Casi todos los mecanismos que podrían elevar el precio del token se eliminan intencionadamente del sistema para evitar riesgos legales. La tecnología avanza, pero el token permanece estancado. Esta situación es la mayor decepción que experimenta un inversor de altcoin.
Cuando se añade el vertedero de tendencias que ocurre en cada ciclo de toros, la situación se oscurece aún más. En un ciclo, la fiebre de ICO, en otro la locura de NFT y DeFi, y hoy, cientos de proyectos copiados escondidos detrás de etiquetas como AI, L2, RWA. La mayoría de estos proyectos, que intentan captar tendencias y retirar dinero rápidamente, son eliminados del mercado antes de poder lanzar su producto. Así, al final del ciclo, la percepción de altcoin se convierte en un "cementerio de proyectos basura".
Además de todo esto, se suma la presión regulatoria. Establecer un vínculo económico entre el token y el producto puede dar lugar a problemas de "valores mobiliarios" en muchos países, por lo que los proyectos se ven obligados a dejar el token especialmente ineficaz. Por eso la tokenomics es tan débil. No hay participación en los ingresos, no hay un mecanismo que genere demanda, incluso si la aplicación crece, el token no se beneficia de ello. Debido a las regulaciones, el proyecto avanza, pero el token no puede; hay una distorsión seria en la naturaleza del ecosistema.
A pesar de esta tabla, no faltan categorías que realmente están produciendo algo en el lado de la infraestructura. Los trabajos desarrollados en áreas como soluciones de escalamiento, infraestructuras de comunicación entre cadenas, sistemas de almacenamiento de datos, tecnologías centradas en la privacidad y modelos de computación distribuida pueden tener un valor importante a largo plazo. Sin embargo, el simple hecho de que se estén produciendo estas tecnologías no significa que los precios de los tokens reflejen esa misma realidad. Hoy en día, todavía no es posible decir que una buena tecnología signifique un buen token en el mundo cripto.
La frase popular "Las altcoins no sirven para nada" no es en realidad incorrecta, pero la razón no es la debilidad de la tecnología como muchos piensan. El problema radica en cómo se tokeniza la tecnología. Si muchas altcoins parecen no servir hoy en día, no es porque los productos sean malos; es porque la conexión entre el producto y el token está completamente rota. El verdadero problema del ecosistema no es tecnológico, sino relacionado con la arquitectura económica y legal. Mientras esto no se solucione, la mayoría de las altcoins volverán a experimentar el mismo destino en el próximo ciclo.