Las actas de la reunión de octubre de La Reserva Federal (FED) acaban de ser publicadas, y al leerlas solo tengo una sensación: este grupo de personas tuvo una gran pelea interna, pero al final, aun así, decidieron bajar las tasas. El movimiento de BTC, ETH, SOL y otras monedas está indudablemente relacionado con este asunto.

Primero, la conclusión: su situación actual podría describirse como "entre la espada y la pared", lo cual es un eufemismo.

Las actas de la reunión lo dejan muy claro: el grupo que apoya la reducción de tasas piensa que "bajar o no bajar está bien", lo que implica que no tienen mucha confianza; la oposición, por su parte, golpea la mesa y dice: "¿Bajas tasas cuando la inflación aún no está controlada?" Ciertamente, la inflación en Estados Unidos ha estado atrapada por encima del 2% durante más de cuatro años, esa es la línea de vida que ellos mismos establecieron.

Lo más interesante es que, a pesar de todo el alboroto, las tasas aún han bajado. Pero en el acta se añadió otra advertencia: la mayoría de los funcionarios temen que si continúan bajando, el mercado podría malinterpretar la situación, pensando que La Reserva Federal (FED) no tiene intención de controlar la inflación. Si esto se convierte en una expectativa, la inflación podría rebotar y sería más complicado.

El entorno exterior tampoco les ha dado oportunidad de respiro. Por un lado, la inflación presiona, y por otro, los datos de empleo comienzan a debilitarse; lo más crítico es que incluso advirtieron sobre el concepto de IA: en caso de que esta burbuja sea revalorizada por el mercado un día, el mercado de valores podría caer drásticamente.

En pocas palabras, esta es la situación: si no se bajan las tasas de interés, la economía podría frenar de golpe; si se bajan, la inflación podría reavivarse. El sabor que transmiten las actas de esta reunión no es de una acción proactiva y segura, sino más bien de una elección poco satisfactoria impuesta por la situación.

Para el mercado de criptomonedas, este "recorte pasivo de tasas" es mucho más peligroso que un "aflojamiento activo"; cuando la política es volátil, la volatilidad suele ser la protagonista.