Warren Buffett acaba de anunciar que dejará el cargo de CEO de Berkshire Hathaway a finales de año, y resulta extrañamente simbólico. Durante más de una década, el Oráculo de Omaha y su difunto socio Charlie Munger fueron básicamente el enemigo público número uno de las criptomonedas—no por malicia, sino por convicción.
La década del desdén
El argumento de Buffett era sencillo: Bitcoin no genera flujos de caja, no produce beneficios y no puede valorarse como una empresa real. ¿Su frase más memorable? “Si me ofrecieran todos los Bitcoin del mundo por 25 dólares, no los aceptaría.” Esa lógica provenía directamente de su manual de inversión en valor: los rendimientos deben proceder de los beneficios empresariales, no de la especulación.
Munger fue más allá. Su lenguaje fue volviéndose cada vez más colorido con el tiempo: “repugnante”, “idiota”, “malvado” y, finalmente, “la criptomoneda es como una enfermedad venérea”. Para él, las criptomonedas representaban el declive moral—cambiar “querer crear” por “querer hacerse rico”.
Al menos, su escepticismo fue consistente. Jamás hubo Bitcoin en los libros de Berkshire.
La nota a pie de página del hipócrita
Pero aquí está el giro: Berkshire invirtió discretamente $750 millones en Nu Holdings, un banco digital brasileño. Tras su salida a bolsa, Nu lanzó Nubank Crypto y ETFs de Bitcoin, convirtiéndose en una de las principales vías de acceso a las criptomonedas para los traders minoristas en toda Latinoamérica.
Así que no compraron Bitcoin—compraron la infraestructura creada por el auge del Bitcoin. No creían en las criptomonedas, pero no podían ignorar que estaban generando usuarios, liquidez y modelos de beneficios. Una concesión calculada de dos tipos que afirmaban que nunca negociarían sus principios.
¿Qué cambia ahora?
Munger ya no está. Buffett se va. Y el mundo no esperó su bendición.
Los ETFs de Bitcoin al contado están absorbiendo flujos institucionales
Los fondos soberanos están asignando activos a las criptomonedas
La tecnología blockchain está transformando las fintech
Una nueva generación de inversores está construyendo su propia “racionalidad” en los activos digitales
Buffett y Munger representaban el viejo orden: flujos de caja, capitalización compuesta, paciencia. Las criptomonedas representan la imaginación de la próxima era sobre cómo se mueve el valor.
Su marcha no detendrá el mercado. Simplemente hace que el registro histórico sea más completo. Su escepticismo fue la tesis. Todo lo que ocurrió de todos modos fue la antítesis. Lo que viene ahora se escribe solo.
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La jubilación de Warren Buffett: ¿Está por fin la financiación tradicional haciendo las paces con las criptomonedas?
Warren Buffett acaba de anunciar que dejará el cargo de CEO de Berkshire Hathaway a finales de año, y resulta extrañamente simbólico. Durante más de una década, el Oráculo de Omaha y su difunto socio Charlie Munger fueron básicamente el enemigo público número uno de las criptomonedas—no por malicia, sino por convicción.
La década del desdén
El argumento de Buffett era sencillo: Bitcoin no genera flujos de caja, no produce beneficios y no puede valorarse como una empresa real. ¿Su frase más memorable? “Si me ofrecieran todos los Bitcoin del mundo por 25 dólares, no los aceptaría.” Esa lógica provenía directamente de su manual de inversión en valor: los rendimientos deben proceder de los beneficios empresariales, no de la especulación.
Munger fue más allá. Su lenguaje fue volviéndose cada vez más colorido con el tiempo: “repugnante”, “idiota”, “malvado” y, finalmente, “la criptomoneda es como una enfermedad venérea”. Para él, las criptomonedas representaban el declive moral—cambiar “querer crear” por “querer hacerse rico”.
Al menos, su escepticismo fue consistente. Jamás hubo Bitcoin en los libros de Berkshire.
La nota a pie de página del hipócrita
Pero aquí está el giro: Berkshire invirtió discretamente $750 millones en Nu Holdings, un banco digital brasileño. Tras su salida a bolsa, Nu lanzó Nubank Crypto y ETFs de Bitcoin, convirtiéndose en una de las principales vías de acceso a las criptomonedas para los traders minoristas en toda Latinoamérica.
Así que no compraron Bitcoin—compraron la infraestructura creada por el auge del Bitcoin. No creían en las criptomonedas, pero no podían ignorar que estaban generando usuarios, liquidez y modelos de beneficios. Una concesión calculada de dos tipos que afirmaban que nunca negociarían sus principios.
¿Qué cambia ahora?
Munger ya no está. Buffett se va. Y el mundo no esperó su bendición.
Buffett y Munger representaban el viejo orden: flujos de caja, capitalización compuesta, paciencia. Las criptomonedas representan la imaginación de la próxima era sobre cómo se mueve el valor.
Su marcha no detendrá el mercado. Simplemente hace que el registro histórico sea más completo. Su escepticismo fue la tesis. Todo lo que ocurrió de todos modos fue la antítesis. Lo que viene ahora se escribe solo.