La interfaz cerebro-computadora de Neuralink acaba de cruzar un umbral salvaje: cualquier cosa que controles a través de tu laptop o smartphone podría, teóricamente, ser operada directamente a través del implante neural. Sin teclados, sin pantallas táctiles, solo pensamiento a acción. Las implicaciones van mucho más allá de la tecnología de accesibilidad. Imagina gestionar wallets de cripto, ejecutar operaciones o navegar aplicaciones descentralizadas puramente a través de señales neuronales. Los dispositivos IoT, los sistemas de hogar inteligente, incluso interfaces de software complejas podrían convertirse en extensiones de la cognición humana. Aunque aún estamos en las primeras etapas de comprender las limitaciones de seguridad y prácticas, esto difumina la línea entre la intención humana y la ejecución digital de maneras que solo hemos visto en la ciencia ficción. La verdadera pregunta no es qué puede ser controlado, sino qué debería serlo.
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La interfaz cerebro-computadora de Neuralink acaba de cruzar un umbral salvaje: cualquier cosa que controles a través de tu laptop o smartphone podría, teóricamente, ser operada directamente a través del implante neural. Sin teclados, sin pantallas táctiles, solo pensamiento a acción. Las implicaciones van mucho más allá de la tecnología de accesibilidad. Imagina gestionar wallets de cripto, ejecutar operaciones o navegar aplicaciones descentralizadas puramente a través de señales neuronales. Los dispositivos IoT, los sistemas de hogar inteligente, incluso interfaces de software complejas podrían convertirse en extensiones de la cognición humana. Aunque aún estamos en las primeras etapas de comprender las limitaciones de seguridad y prácticas, esto difumina la línea entre la intención humana y la ejecución digital de maneras que solo hemos visto en la ciencia ficción. La verdadera pregunta no es qué puede ser controlado, sino qué debería serlo.